“Un conjunto de molestias y enfermedades ocasionadas por la mala ventilación, la descompensación de temperaturas, las cargas iónicas y electromagnéticas, las partículas en suspensión, los gases y vapores de origen químico y los bioaerosoles, entre otros agentes causantes.” fue la forma en que la OMS (Organización Mundial de la Salud, definió el Síndrome del Edificio Enfermo en 1982.
La OMS también estima que las personas pasan hasta un 90% de su tiempo en espacios interiores, esto sumado a la mala calidad del aire en nuestros espacios más habituales puede conllevar a desarrollar enfermedades.
Se han encontrado en trabajadores y en personas que tienen constante actividad en edificios “enfermos” destacan características de padecer de ojos irritados, fatiga, enfermedades respiratorias y dolor en cabeza y garganta, problemas en la piel y presión por mencionar algunos síntomas que se relacionan con este síndrome.
Estas pueden estar relacionadas directamente con los COV (Compuestos orgánicos Volátiles).
La EPA (Agencia de Protección Ambiental) destacó: “Los contaminantes del aire en espacios cerrados han aumentado en las últimas décadas debido a factores como el incremento del uso de materiales de construcción sintéticos”.
En 2018, World Green Building Council señaló en “Doing Right By Planet and People”: “los trabajadores prefieren y trabajan mejor en lugares con mucha luz natural, aire de buena calidad y acceso a zonas verdes”.
La introducción y generación de reglamentos y normativas cada vez más estrictos en la construcción, señalan una mejora en la selección de materiales y arquitectura. Estos señalan mejoras en estructuras y diseños benéficos para la circulación y calidad del aire así como la instalación de espacios abiertos y verdes, normativas que ya se están implementado en países de Europa.
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