Industria de la construcción

Uno de los sectores económicos más afectados como consecuencia de la pandemia del Covid en Latinoamérica ha sido el de la construcción. En 2020 se estima que el valor de la producción de la construcción en Latinoamérica cayó un 14% y tan sólo para México, en ese mismo año, se estima este descenso en poco más del 19%.

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El conflicto bélico entre Rusia y Ucrania ha ralentizado la recuperación del sector como consecuencia del incremento en los precios de los insumos, como es el caso del acero y del cemento. Este estancamiento, aunado a escenarios de incertidumbre política en varios países de la región, anticipan una recuperación lenta de la industria para las principales economías.

Con un crecimiento del 5% en 2022, la industria en México podría alcanzar niveles de producción previos a la pandemia a partir de 2025. En ese contexto, los desafíos para los proyectos de construcción en la región no son menores y deberán ser enfrentados desde distintas perspectivas enfocadas en crear planes exitosos.

Acceso a recursos, el principal reto

El acceso a recursos económicos y financieros es esencial para los proyectos de construcción y representa el mayor reto para la industria. La correlación del sector con la economía lo hacen particularmente vulnerable ante escenarios adversos. La inflación de los insumos en los dos últimos años ha sido excepcionalmente alta. En México, la inflación en la industria alcanzó en 2022 el 13.6%, en Colombia ha llegado valores cercanos al 7% y en Argentina superó el 90%.

Esto incide negativamente en los proyectos que se encuentran en proceso de construcción y en aquellos que se encuentran aún en fases prospectivas. Para los primeros el sobrecosto estrecha el margen operativo e incrementa el riesgo financiero, mientras que para los segundos inhibe los planes de inversión.

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Adicionalmente, la aplicación de políticas restrictivas para contener la inflación, como lo es el incremento en las tasas de interés, ha encarecido sustancialmente el financiamiento. Un mayor dinamismo en la inversión de infraestructura, por parte del Estado o a través de Asociaciones Público-Privadas, contribuiría a acelerar la recuperación de la industria y de la economía en su conjunto. La construcción de infraestructura sostenible, económica y social contribuiría -además- a potenciar el desarrollo regional.

El papel de la tecnología

La productividad de la industria en la región ha sido históricamente más baja que en los países desarrollados. Para abatir esta brecha las empresas deberán enfrentar el reto de construir nuevas capacidades y competencias enfocadas en lograr ambientes controlados de proyecto. La transformación digital es, cada vez más, un imperativo si se busca garantizar la viabilidad de la empresa en el largo plazo.

La velocidad de adopción de la tecnología es esencial para el éxito del negocio. El manejo eficiente de datos y transacciones a través de plataformas digitales integradas; el uso de herramientas para el aceleramiento de las fases de diseño; el uso del Internet de las Cosas (IoT), de drones y de tecnología Light Detection and Ranging (LiDAR), y hasta la creación de entornos virtuales son algunos de los elementos en que las empresas deberán estar dispuestas a invertir para lograr mejor su propósito.

Si bien es cierto que la inversión en la transformación digital puede ser costosa, los beneficios la superan con creces: Permite liberar recursos poco eficientes o innecesarios al automatizar los flujos de trabajo incorporando controles efectivos de la operación de los proyectos, además da visibilidad y transparencia a los procesos y transacciones en tiempo real.

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Integración de los factores ASG

El progreso en la integración de los factores ambientales, sociales y de gobernanza (ASG), en las decisiones de inversión en el ámbito global es alentador y constituye otro importante reto para la industria de la construcción en América Latina. Los impactos que generan estos proyectos son generalmente significativos, por lo que la incorporación de los criterios ambientales es de particular importancia para el sector.

Tan sólo en el ámbito global, se estima que la construcción y la demolición consumen un tercio del total global de material extraído, mientras que la producción de cemento equivale al 7% de las emisiones globales de CO2 y hasta un 40% de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Alcanzar la construcción sostenible no es tarea sencilla. Para lograrlo es necesario incorporar los siguientes principios:

  1. Acelerar el Net Zero incorporando medidas para reducir al máximo la emisión de gases de efecto invernadero.
  2. Gestión del agua para que su uso y tratamiento sea socialmente equitativo, ambientalmente sostenible y económicamente beneficioso.
  3. Economía circular, de tal forma que sea posible extender el ciclo de vida de los productos que creamos y utilizamos.
  4. Ganancia neta de biodiversidad, con el objetivo de contribuir a la recuperación y mejora de la naturaleza mientras desarrollamos nuevos terrenos.
  5. Generación de valor social para que los proyectos generen impactos positivos y duraderos en las personas, comunidades y en la sociedad. La construcción sostenible usualmente es más costosa (del 3 al 7% del CAPEX), incluso mayor para objetivos más ambiciosos (8 al 17%), pero bien vale la pena invertir en el futuro del planeta.
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El entorno actual es complejo y desafiante. A la par de los retos surgen oportunidades que deben ser aprovechadas. La clave es hacer los proyectos idóneos y hacerlos bien.

Por: Javier Pérez España, Socio de Capital Projects, Spanish Latin America, Deloitte.
Texto recuperado el 23 de octubre del 2023 de eleconomista.com.mx