fábrica de acero

Los fabricantes de acero tienen el reto de descarbonizar su proceso de producción, pero las inversiones necesarias para lograrlo es mayor de lo que valen hoy las empresas.

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La descarbonización es un término que se ha puesto de moda en varias industrias, conforme más y más empresas se fijan fechas para lograr la neutralidad de carbono. Es decir, que la cantidad de CO2 que generan para producir sus productos u ofrecer sus servicios sea ‘cero’. El sector siderúrgico no está exento.

Por cada tonelada de acero producida en América Latina se genera 1.6 toneladas de CO2, por debajo de la media mundial, de 1.9 toneladas de carbono, y aún más por abajo del promedio de China, el mayor fabricante, que está por arriba de los 2.2 millones de toneladas.

Alejandro Wagner, director general de la Asociación Latinoamericana del Acero (Alacero) prevé que la producción de acero bajo en carbono destaca como una “oportunidad histórica” para México. Pero para aprovechara es necesaria una “política inteligente”, capaz de dialogar con la iniciativa privada, en especial por los retos a los que se enfrenta la industria siderúrgica en cuanto a la disminución de emisiones.

La industria siderúrgica ubicada en México genera entre el 1.2 y 1.3 toneladas de CO2.

De acuerdo con el organismo, la demanda aparente de acero en América Latina tocó un punto máximo en 2021, cuando llegó a 75 millones de toneladas, lo que significó un incremento anual del 26%. Del total, México contribuyó con cerca de 25 millones de toneladas, es decir, una tercera parte.

La Alacero estima que el consumo de acero aparente de América Latina aumentará 1.9% este año y 2.4% el siguiente. En el caso particular de México la demanda subirá 2% y 3%, respectivamente.

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La creciente búsqueda de materiales sostenibles en la industria automotriz que opera en México, sumado a una mayor demanda de acero por parte de los fabricantes de maquinaria, que han visto incrementar sus pedidos conforme el nearshoring favorece la instalación de nuevas plantas, ha detonado un alza en los pedidos de acero en el país.

“Conectando el tema del medio ambiente con el nearshoring, dos tendencias que convergerán en los próximos 20 o 30 años, tenemos una oportunidad de oro, histórica, de tener un rol mucho más preponderante como proveedores de acero”, asevera Wagner, en entrevista con Expansión.

Si bien, el panorama luce alentador, las industrias requieren aceros, que además de ser especializados, sean ‘cero emisiones’ en su cadena de fabricación, lo que sitúa al sector en un camino con claros y oscuros.

El Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), considera “complicada” la descarbonización de las industrias pesadas como la del cemento, hierro y acero, petróleo y gas, entre otras, por las opciones limitadas que tienen para alcanzarla.

Entre los retos a los que se enfrentan estas industrias menciona la obtención de tecnologías de bajas emisiones, el acceso a la infraestructura energética, políticas y regulaciones favorables, así como el acceso al capital.

“Estos actores tienen cadenas de valor complejas que consumen mucha energía y que suelen generar emisiones en el proceso… Son sectores intensivos en capital con largos ciclos de inversión y bajos márgenes, todo lo cual representa desafíos para que la industria cambie de rumbo”, añade el WEF en el documento.

Desde la perspectiva de Wagner, para alcanzar la producción de acero “verde” es algo que cada empresa debe dialogar con sus clientes, para que, a partir de sus requerimientos, la acerera pueda establecer metas u objetivos de reducción de emisiones, para poder cumplir con la cantidad de CO2 que debe generar su proceso de producción.

“Lo importante es hablar de un acero con la menor emisión de carbono posible, pero diría que hoy es casi imposible tener un acero verde (cero emisiones) comercial, porque el acero tiene carbono en su composición química, por eso a nosotros nos gusta más hablar de aceros de baja emisión de carbono”, añade.

El costo de descarbonizar la producción del acero

Alcanzar el objetivo requerirá de una reconfiguración en la cadena productiva, principalmente en la obtención de energía, lo que ameritaría cuantiosas inversiones.

“Entre 2030 y 2050, lo que llamamos mediano plazo, la cosa se vuelve más compleja, ya que hay estudios que indican, que el valor total de inversiones para descarbonizar toda nuestra industria en Latinoamérica es mayor de lo que valen hoy las empresas. Entonces imagínate la cantidad de billones de dólares que se necesitan para ese proceso”, argumenta.

Desde la perspectiva de Wagner, la utilización de la chatarra para generar acero podría ser la mejor alternativa para la disminución de la huella de carbono en el corto plazo y también la captura de carbono fuera de las chimeneas, así como el uso de gas natural, destacando que este último sería un elemento de transición en lo que se llega, de lleno, a las energías limpias.

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Lograrlo -dice Wagner- requerirá de “políticas inteligentes” capaces de crear mesas de diálogo entre los actores públicos y privados, en las que se lleve a cabo una discusión y un debate técnico. Si bien, considera que la mejor alternativa para acelerar el proceso sería el otorgamiento de incentivos fiscales, como lo está haciendo Estados Unidos, resalta que la realidad es diferente en América Latina, por los índices de desigualdad y pobreza, por lo que adjetiva como “una decisión compleja” la que deberán de tomar los gobiernos.

“Los gobiernos deberían de estar sentados en la mesa con estos sectores para entender cuáles son las mejores soluciones y obviamente, la receta no es la misma para todos, pero ojalá que el Gobierno de México, éste o el que venga, tome las mejores medidas para que esto ocurra. Como dije, en el corto plazo está bastante allanado el camino, pero en el mediano plazo definitivamente está la mayor complejidad”, agrega.

Por Tzuara De Luna
Texto recuperado el 27 de marzo del 2023 de https://expansion.mx/