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La eliminación de los aranceles por parte de Estados Unidos al acero y aluminio de México y Canadá parece el primer paso hacia una mayor integración de insumos regionales en los vehículos que se fabrican en Norteamérica.

El 31 de mayo de 2018, el gobierno estadounidense impuso aranceles de 25 por ciento al acero y de 10 por ciento al aluminio importados de México y Canadá argumentando que “dañaban la seguridad nacional”. 

Pero ahora el presidente estadounidense Donald Trump ha cambiado de opinión.

“Las importaciones de aluminio [y de acero] de Canadá y México ya no amenazan con perjudicar la seguridad nacional, por lo que he decidido excluir a Canadá y a México de la tarifa”, dijo Trump en un documento publicado el domingo 19 de mayo en el sitio web oficial de la Casa Blanca.

La única condición del gobierno estadounidense para levantar los aranceles a sus socios comerciales es que tanto México como Canadá adopten “nuevas y estrictas medidas de monitoreo” para evitar que el acero chino se envíe a Estados Unidos en productos transformados, como autopartes o vehículos.

Aunque China es el mayor productor de aceros a nivel global, el país asiático hoy no está entre los principales proveedores de acero automotriz de México. 

En 2018, el país importó 11 millones de toneladas métricas de acero, principalmente acero plano proveniente de Estados Unidos, Japón y Corea del Sur, según datos del Steel Imports Report: México, elaborado por el Departamento de Comercio de Estados Unidos. 

Pero el gobierno chino inició en 2015 una política industrial para ampliar la producción de aceros de alta especialidad, demandados en industrias como la automotriz.

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El mandato entonces era que los productores chinos de acero (mayormente enfocados en aceros de especialidad media– debían invertir al menos 1.7 por ciento de sus ingresos para incrementar el desarrollo de aceros de alta resistencia, anticorrosivos y con un mayor grado de especialización. Estos nuevos aceros debían representar al menos una cuarta parte de sus ventas a partir de 2020. 

Estados Unidos busca evitar que China triangule ese acero a su territorio vía autopartes o vehículos manufacturados en México o Canadá.

“Hay un compromiso de las tres partes de tener un control mucho más eficiente para monitorear las importaciones de acero y aluminio de otros países, como China, que los comercializan con precios preferenciales resultado de ventajas competitivas artificiales”, dijo Manuel Nieblas, socio líder de la práctica de industria de manufactura de Deloitte México.

Una de las peticiones de Estados Unidos durante la renegociación del tratado de libre comercio con México y Canadá fue que el 70 por ciento de las compras corporativas de acero y aluminio utilizado por los fabricantes de vehículos correspondiera a la región.

Pero este podría ser uno de los requisitos más complicados para los fabricantes de vehículos puesto que no habrá ningún periodo de transición en la media. Este requisito estará vigente desde el primer día en que entre en vigor el T-MEC, lo cual podría ocurrir antes de que termine 2020. 

“Una vez que se ratifique el acuerdo [que en el mejor de los escenarios ocurrirá en agosto], los fabricantes en México tendrán que ampliar sus compras de aceros en Norteamérica para estar listos a la entrada en vigor del T-MEC”, dijo Nieblas.

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El especialista considera que esto impulsará inversiones de compañías acereras en la región. 

Ternium, por ejemplo, subsidiaria de la italo-argentina Techint, es una de las compañías que ha abierto la llave del dinero para ampliar su capacidad instalada en la región. 

El año pasado anunció una inversión de 1.4 millones de dólares para duplicar la capacidad de la planta de Pesquería, Nuevo León, donde fabrica aceros de alta especialidad, que vende a fabricantes de vehículos como General Motors, Ford y Nissan. 

Fuente: mexico.autonews.com.