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Lejana recuperación de la construcción en México

Luego de una crisis constante en el sector, iniciada un tiempo atrás, actualmente se ve lejana la recuperación de la construcción en México.

Uno de los motores más importantes de la economía mexicana, el sector de la construcción, no ha parado de desacelerarse desde 2016, una crisis que se remonta más atrás y que aún no encuentra una recuperación firme.

Tan solo en 2020 el PIB de la construcción se hundió (-)17.2%, más del doble de lo que cayó la economía en ese año y después de una caída de (-)5% en 2019, previo a la pandemia, convirtiéndose así en la peor crisis que ha vivido el sector en las últimas tres décadas. La caída en la producción del sector constructor vino precedida de un desplome de la inversión en la construcción desde 2017 y que no ha parado, a tal grado que el nivel de inversión actual es comparable al registrado en 2005, configurando un retroceso de más de década y media.

La crisis que vive la construcción en México -un sector que llegó a representar el 10% del PIB en 2009, que se hundió a 5.9% en 2019 y que se estima en alrededor de 7% en 2021- si bien se agravó en los últimos tres años, no comenzó con el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador. Viene de tiempo atrás y encuentra sus raíces desde hace una década. 

materiales de construcción en México

Pero el tobogán en el que entró la construcción desde poco más de un lustro aún no ve su final. Si bien el rebote de la economía que inició en el segundo semestre de 2020 y se extendió durante el primer semestre del año pasado -después del estallido de la grave crisis sanitaria en el primer semestre de 2020- también hizo rebotar a la construcción; su recuperación se agotó en junio del año pasado y desde allí inició un nuevo descenso que a noviembre, último dato disponible, no se ha detenido.

El indicador de la produccion de la industria de la construcción -que incluye la producción de empresas constructoras y la autoconstrucción, con cifras desestacionalizadas del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi)- cayó (-)0.6% intermensual en noviembre, sumando su tercera caída mensual consecutiva y situándose al nivel de enero de 2021, lo que borró la recuperación del año pasado. Peor aún, el dato de noviembre representa una caída de (-)21.7% respecto de noviembre de 2016, hace 5 años, el año en el que la construcción alcanzó su mejor nivel en la última década.

El valor de la producción generada por las empresas constructoras en el país también refleja una tendencia poco favorable. En noviembre este índice creció solo 0.1% intermensual, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Empresas Constructoras (EMEC) del Inegi. Se trata de una recuperación mínima después de una caída de 2.2% mensual en octubre explicada, según expertos, por la falta de inversión pública en estados sin obras insignia y por las presiones inflacionarias durante 2021.

Pero sería un error creer que las penurias que tienen sumida a la industria de la construcción en un ya larga crisis iniciaron con la pandemia. La inversión en el sector de la construcción se mantuvo en niveles muy similares durante casi una década, con altibajos estacionales, entre 2008 y 2016, de acuerdo con el Indicador Mensual de la Formación Bruta de Capital Fijo (IMFBCF). Pero iniciando 2017 comienza una clara tendencia a la baja de la inversión en el sector.

El fenómeno se aceleró a partir de 2018, potencialmente a raíz de las elecciones federales que llevaron a Andrés Manuel López Obrador (AMLO) al Palacio de Gobierno, y con la pandemia los flujos de inversión al sector construcción recibieron un golpe que, para noviembre del año pasado, se encontraban en niveles de 2005, hace 16 años.

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La pérdida de potencia de la construcción en la economía también se refleja en la confianza de los empresarios de esta industria, particularmente en lo que respecta a su disposición para invertir, que lleva años a la baja de acuerdo con Encuesta Mensual de Opinión Empresarial (EMOE).

Se puede observar una visión cada vez más pesimista sobre el momento adecuado para invertir desde el año 2013, según datos de Inegi. Si bien hay brotes coyunturales de optimismo súbito en 2014, 2017 y 2018, la tendencia de largo plazo se mantiene a la baja hasta la llegada de la pandemia. Y aunque desde mayo del 2020 se observa una recuperación, las últimas mediciones sugieren que se ha tocado un posible tope.

Hay varios factores que podrían producir este retroceso. Pero el más relevante está íntimamente ligado a la falta de inversión en obras públicas que ha impactado al dinamismo del sector en su conjunto desde hace varios años atrás.

En el caso de la categoría de agua, riego y saneamiento, la caída parece haber empezado alrededor del 2012-2013; mientras que en petróleo y petroquímica, así como en transporte y urbanización, la baja inicia a partir de 2010.

Incluso sectores más ligados a las actividades del sector privado, específicamente la construcción residencial, podrían haberse visto afectados desde hace años por el cambio de políticas del gobierno federal. “Hace más de 10 años, eran muy famosos los desarrolladores de vivienda de interés social; que tuvieron su auge apoyados por programas gubernamentales”, dijo Miguel Angel Enriquez, vicepresidente de Inversiones y Nuevos Negocios en ALIGNMEX Real Estate Capital, una firma de inversiones inmobiliarias, y SÌRENTA, un desarrollador inmobiliario.

“Pero a raíz de ciertos cambios en las metas o perspectivas gubernamentales, los apoyos fueron siendo diferentes, los desarrolladores de vivienda tuvieron que, en algunos casos, salir del negocio, o en otros casos reconfigurar su modelo comercial”, dijo Enríquez.

De todas formas, sí se debe reconocer que tanto la llegada del actual gobierno como las condiciones económicas creadas por la crisis sanitaria fueron factores que aceleraron la caída del sector de la construcción. Basta ver el comportamiento histórico del Indicador Mensual de la Actividad Industrial (IMAI). La pandemia provocó una fuerte caída de este índice y, por las condiciones económicas adversas, la recuperación de la construcción está parada en seco desde mediados del año pasado.

Miguel Angel Enriquez concuerda que ambos eventos han tenido efectos negativos en la industria de la construcción. “En años recientes, al menos en la Ciudad de México, vimos una pausa importante en el tema del desarrollo inmobiliario, por todo este tema de permisos que se están revisando, que sin duda pausa y retrasa el desarrollo de grandes proyectos”, apunta sobre las barreras legislativas y regulatorias que ha enfrentado la industria con la actual administración.

A lo anterior, el sector tuvo que lidiar con los graves efectos inflacionarios en las materias primas, principalmente el acero, que han complicado la recuperación de los desarrolladores, como lo confirma Enríquez.

El freno en la recuperación de un sector tan influyente en el dinamismo de la economía nacional, ha abonado al estancamiento económico que vive México, incluso más allá de la coyuntura pandémica.

En días pasados, el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, adelantó que en los próximas semanas el presidente López Obrador hará un nuevo anuncio sobre un paquete de proyectos de infraestructura que los economistas esperan sean mucho más efectivo que los anunciados en años anteriores, y que no lograron acelerar los motores de un sector de la construcción que no ha parado de caer.

Texto recuperado el 09 de febrero del 2022 de arenapublica.com

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Amenaza por inmunidad medioambiental

Crisis en el Gobierno italiano por la ‘libertad para contaminar’.

El mayor centro siderúrgico europeo amenaza con cerrar si cesa su inmunidad medioambiental.

Bruselas – Giuseppe Conte lucha por encontrar una solución a la crisis industrial que ha copado las portadas nacionales durante todo el mes. ArcelorMittal, que se iba a hacer cargo de la acería de Taranto, anunció que se retiraba del acuerdo después de que el Ejecutivo aprobara retirar la cláusula de inmunidad que protegía a la empresa siderúrgica de sus responsabilidades medioambientales. La frágil coalición de Gobierno se encuentra dividida ante el conflicto y se asoma al abismo.
El mayor centro siderúrgico de Europa se encuentra al sur de la península italiana, en el istmo donde se ubica la ciudad de Taranto, en la región costera de Apulia. El rescate de la principal planta de acero de la ciudad, que representa nada menos que el 75% del PIB de la provincia, ha entrañado la primera crisis del Gobierno entre el Movimiento 5 Estrellas (M5S) y el Partido Democrático (PD).

Giuseppe Conte, primer ministro de Italia, ha llamado a filas a sus ministros para intentar abordar un intrincado conflicto que abarca desde el ámbito económico y laboral hasta el medioambiente y la salud pública. Una patata caliente que ha ido pasando entre los sucesivos gobiernos transalpinos y que ha terminado por estallar ante una frágil coalición de gobierno, profundamente dividida en las vías de solución del conflicto.

La crisis saltaba a principios de mes, cuando el operador de la planta, la multinacional ArcelorMittal, anunció que se retiraría de su contrato de arrendamiento después de que el Gobierno italiano aprobara una ley que rebajaba las garantías legales que protegían a la empresa siderúrgica de responsabilidad medioambiental. El Ejecutivo, apoyado en su mayoría de miembros del Movimiento 5 Estrellas, partido con unas fuertes raíces ambientalistas, votó el mes pasado eliminar la cláusula de inmunidad, a pesar de que ArcelorMittal había dicho que no seguiría adelante con las reformas sin esa protección. La empresa siderúrgica cumplió su promesa este mes, enviando una notificación oficial de su intención de salirse el acuerdo.

ArcelorMittal, empresa con sede en Luxemburgo, acordó alquilar y finalmente comprar la planta -rescatada por el Gobierno italiano en 2012- invirtiendo 2.400 millones de euros para modernizar las instalaciones y reducir las emisiones tóxicas. En virtud al acuerdo original, que también incluía algunos recortes de plantilla, ArcelorMittal quedaba amparada por una ley que protegía a los directivos de los cargos penales basados en infracciones medioambientales o relacionadas con la salud.

La retirada del gigante siderúrgico supondría la bancarrota y el cierre de la acería a principios de 2020. Un duro golpe que ha puesto en pie de guerra a una ciudad que se divide entre los que temen el desempleo y los que temen las consecuencias de las emisiones de la planta. Una encrucijada que también ha quebrado al Gobierno de coalición de Conte, con un M5S en plena batalla interna con la facción que quiere que el Ejecutivo se mantenga firme contra ArcelorMittal, y un Giuseppe Conte que busca que una solución que pase por mantener la planta abierta y mantener unido a su Consejo de Ministros. La disyuntiva está siendo la munición perfecta para una oposición, liderada por Matteo Salvini, que quiere ver al Gobierno de coalición colapsar.

Durante años, los sucesivos Gobiernos transalpinos han aprobado diversas legislaciones para apoyar a la planta, provocando malestar entre la sociedad tarentina. La acería siempre ha sido tolerada como un mal necesario por gobiernos regionales y nacionales, ya que una cuarta parte de la población de Taranto (alrededor de 50.000 personas) depende de ella para su sustento. Pero un estudio exhaustivo publicado en junio por el organismo nacional de investigación sanitaria de Italia, el ISS, puso en evidencia los problemas de salud que una parte de la sociedad tarentina llevaba años denunciando. El informe reveló que entre 2005 y 2012 hubo casi el doble de linfomas entre los niños de Taranto, en comparación con los promedios regionales. Más de 3.000 muertes en este periodo de tiempo tuvieron una relación directa con una “exposición ambiental limitada”, según el estudio.

Un fallo del Tribunal Europeo de Derechos Humanos en enero decretó que Italia no podía aprobar nuevas leyes para proteger la planta, dadas las preocupaciones sanitarias asociadas con ella. Esto puso al gobierno en una situación aún más difícil, ya que las opciones de retener a ArcelorMittal se estrechan, por no decir que se esfuman. El cierre de la planta supondría la pérdida de unos 15.000 puestos de trabajo y un 0,2% del PIB del país, según un estudio de Svimez, asociación del sector industrial de la zona meridional del país. Esto representa la mitad del crecimiento de Italia en 2020, según las previsiones de la Comisión Europea.

Una auténtica hecatombe para un sur de Italia duramente golpeado por la crisis económica, la reconversión industrial y los conflictos medioambientales. Un callejón con pocas salidas para el gobierno que echó a andar hace tres meses y que podría caer pronto si no se encuentra una solución al cierre de la planta. Aunque los de Beppe Grillo han hecho de la lucha medioambiental uno de sus principales objetivos político, el sur sigue siendo uno de sus bastiones electorales y con la Liga de Salvini pisándoles los talones, una medida tan impopular para la clase trabajadora como cerrar la acería de Taranto podría salirles muy cara.

Fuente: m.deia.eus

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